En medio de cifras positivas y dos meses consecutivos de crecimiento -a dos dígitos- del PBI de la minería metálica, es importante subrayar la recuperación de la producción de oro: en el mes de abril la producción aurífera registró un crecimiento de 14.91%, la tasa más alta registrada desde agosto del 2013.
Si bien este resultado se explica por la mayor actividad extractiva de varias empresas de la minería formal (Yanacocha, Barrick Misquichilca, Gold Fields La Cima, Antapaccay, Minsur), también hay que subrayar la reactivación productiva en Madre de Dios, la región símbolo de la producción ilegal de oro en el país, luego de tres años de caídas consecutivas en la producción.
En lo que va del año, Madre de Dios ya viene ocupando el tercer lugar en la producción aurífera del país, con una participación del 9%. ¿Qué está pasando? Todo indica que los procesos de interdicción han bajado en intensidad en la región y también a nivel nacional y es cada vez más notorio el agotamiento de las políticas que se venían implementando.
Además, no hay que olvidar que el resultado de las últimas elecciones regionales, llevo al puesto de gobernador de Madre de Dios a Luis Otzuka Salazar, líder de los mineros informales de esa región. Sin articulación y sin el apoyo de las instancias regionales, la posibilidad de avanzar del proceso de formalización es nula. Si uno ve el sitio web del gobierno regional de Madre de Dios, pareciera que todo ha vuelto a la normalidad para los mineros de esa parte del país.
Por otro lado, hay otros indicadores que muestran la reactivación de la actividad minera y sus tremendos impactos en esta región: ya no solo se ven los impactos en la reserva nacional Tambopata y su zona de amortiguamiento, sino también en la reserva comunal Amarakaeri. Las comunidades nativas de Amarakaeri vienen denunciando el avance de la minería informal en esta reserva a las autoridades regionales y nacionales.
No es una buena noticia la recuperación productiva de la extracción aurífera en una región como Madre de Dios. Además, lamentablemente esta situación contrasta con el tremendo debilitamiento de la institucionalidad ambiental: el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernamp), encargado de proteger este tipo de reservas, nunca ha estado tan débil como en la actualidad.
24 de junio de 2015
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